La simplicidad es uno de los valores fundamentales del diseño de cualquier producto de calidad y en mayor medida en el desarrollo de aplicaciones informáticas. Aunque pueda a simple vista parecer algo obvio, no lo es. No es lo mismo simplicidad que simpleza, lo primero busca la excelencia, el entendimiento profundo del problema y la solución clara y concisa, lo segundo es sinónimo de escaso valor, de poco inteligente.

La proximidad que tenemos con nuestros clientes nos permite encontrar esta sencillez a la hora de solucionar su problema. Escuchándole desarrollamos la solución que necesita. No intentamos encajarlo en una aplicación estándar que tiene muchísimas opciones que nunca usará y que solo le van a confundir.

Desde el punto de vista del cliente estos diseños sencillos requieren un esfuerzo de asimilación mínimo porque conecta inmediatamente con su forma natural de hacer las cosas.

Las personas tenemos tendencia a complicarnos, porque pensamos que algo complicado es mejor que algo sencillo. Pensamos que un programa complicado es mejor que uno sencillo simplemente porque nos cuesta más entenderlo y seguramente por eso mismo nos parece que hace más cosas, ¿cuantas de esas cosas necesitamos realmente? , muy pocas.

Nuestra larga experiencia nos ha enseñado a simplificar, es complicado, pero se puede conseguir, la fidelidad de nuestros clientes así lo demuestra.

 

La simplicidad es la sofisticación definitiva. (Leonardo Da Vinci)